Conocé el trabajo de Patricio Eleisegui, el periodista argentino autor de ‘Envenenados’, quien formó parte del informe que realizó la televisión italiana sobre la actual contaminación con agroquímicos de nuestro país. Conocé cómo otros países trasladan el costo ambiental a Argentina.
Por Matilde Moyano, em El Federal
Patricio Eleisegui es periodista desde hace mucho tiempo, pero hace unos 3 o 4 años que comenzó a notar que había denuncias sobre fumigaciones con agroquímicos en artículos de algunos diarios del interior (él se crió en Sierra de la Ventana), y que empezaban a aparecer estadísticas y comentarios de personas que decían que estaban siendo afectadas, por lo que comenzó a guardar información y a entender lo que estaba pasando.
Una vez que obtuvo datos técnicos e informes médicos, solo le faltaba tomar contacto con las víctimas del sistema de agroproducción de nuestro país que se caracteriza por el uso indiscriminado de agroquímicos. Así conoció a Estela Lemes, la directora de la Escuela Bartolito Mitre de Costa Uruguay Sur, un paraje cercano a Gualeguaychú, provincia de Entre Ríos, quien denunciaba que la escuela había sido fumigada. Hoy Estela tiene dos agroquímicos en sangre. Patricio fu testigo de la génesis y de toda la involución de la salud de esta mujer hasta el día de hoy, quien además debe padecer que la ART no le cubra los tratamientos.
Y al igual que ella, encontró más casos en otras escuelas, como en la provincia de Chaco y en la provincia de Buenos Aires. Así, en 2014 nació ‘Envenenados‘, un libro que se empezó a distribuir y vender en enero de 2014, pero que se va a reeditar con otro sello en 2017, ya que de una tirada de 1000 ejemplares, la distribuidora Galerna entregaba unos 10 ejemplares por mes como mucho hasta no distribuirlo en absoluto.
// Fabián Tomasi es quien está en la tapa de tu libro, ¿seguís en contacto con él?
Fabián Tomasi es el último caso al que llegué, fue muy difícil ubicarlo. Pero un amigo mío periodista de acá de Buenos Aires, Rodrigo Sanz, me dijo que estaba muy enfermo, por lo que quise encontrarlo. Así llegué a Fabián, hablamos por teléfono las primeras veces, me contó un poco su historia y después yo viajé a verlo. Sí, tenemos un contacto bastante fuido, una vez por año nos estamos viendo y su situación es un pronóstico de vida que se va actualizando, le dicen que son 6 meses, desde hace mucho, pero obviamente que no va a haber una mejoría, es totalmente irreversible.
// El caso de Fabián Tomasi implica también el hecho de que no haya indicaciones ni control en el uso de los productos, que no les dan la protección ni la instrucción suficiente a los aplicadores para que no sean afectados por los agroquímicos.
Cuando uno ve lo que dicen las cámaras, las organizaciones que sostienen que las fumigaciones son totalmente inocuas, como CASAFE por ejemplo, ellos tienen criterios que llaman ‘buenas prácticas agrícolas’. Pero cuando uno ve en la página de CASAFE el tipo de protección que tienen que usar las personas que aplican los productos, realmente es ridículo cuando lo trasladás a la realidad, ya que el traje que deberían usar es el traje de un astronauta.
Este año tuve que ir a diputados por una potencial ley del control del uso de agroquímicos, y estaban las autoridades de CASAFE y les dije “traigan a una persona que me muestre que está usando el traje”, y la pregunta obligada es, ¿si estás personas que están aplicando tienen que tener estos cuidados, qué queda para la población que vive a un lado del campo?
La realidad es que no se respeta, yo entrevisté también a una persona de Gualeguaychú, a la esposa de esta persona que fue afectada también directamente por el uso de agroquímicos, y ahí si bien usaban trajes, usaban un mismo traje todas las personas, mientras el traje tiene que ser descartable después de cada uso, pero lo volvían a utilizar durante meses. Entonces es como una puesta en escena. Esta persona terminó con un daño cerebral directamente por contaminación con agroquímicos.
// Más allá de la clara responsabilidad del productor ¿Quién es el responsable directo en el gobierno de que esto siga pasando?
La realidad es que como no hay una ley nacional que regule la aplicación, hay un vacío legal que no establece ningún criterio de control. Esa es la realidad, las pocas posibilidades tienen que ver con ordenanzas municipales. Hay algunos criterios fijados pero la realidad es que no hay una competencia de un organismo real. La división política que tenemos de municipios, provincias y demás, permite un vacío enorme y al mismo tiempo libera el hecho de que se pueda utilizar de la manera que se les antoja.
CASAFE es la cámara que integran los mismos productores de agroquímicos. O sea, el sector privado es el que genera la información sobre lo que se está utilizando. El sector público no regula ni mide tampoco.
// ¿En tu investigación está la voz del gobierno?
Intenté de distintas maneras tratar de tener un contacto oficial y nunca accedieron a hablar sobre el tema.Es más, después de que se publicó Envenenados trabajé para un documental para Francia sobre este tema y cuando contacté al gobierno atendieron el caso desde el Ministerio de Ciencia. Hoy por hoy es el ministerio de Ciencia quien está respondiendo por estos temas.
// Debería ser el de Salud…
Y el de Industria. Cuando hice el requerimiento diciendo que era para periodistas extranjeros, me activaron una entrevista en menos de 24 horas con el segundo de Barañao, Alejandro Mentaberry. Cuando se fueron los franceses y volví a elevar el mismo pedido,y hasta el día de hoy jamás me dieron la oportunidad de una entrevista.
Tuve contacto con lo que era la Secretaría de Agricultura el año pasado, para mi libro nuevo que terminé este año, que todavía no se publicó, y accedieron a hablar en ese momento porque se estaban retirando, el kirchnerismo, y ahí blanquearon que había que controlar, que había que avanzar hacia un modelo de menor uso de agroquímicos. Hay editoriales que no quisieron publicar porque contiene entrevistas a Monsanto, a Syngenta por ejemplo.
// Hay argumentos que sostienen que si Monsanto se va del país puede haber una crisis o que ‘no vamos a poder alimentar al mundo’.
Es un mito. A mí me llama la atención las cosas que se dicen sobre Monsanto. He entrevistado muchas veces a ejecutivos de Monsanto, y he escuchado argumentos en la industria en general, de productores, organismos y entidades en general que hablan más por Monsanto que la misma Monsanto, algo así como ‘más papistas que el Papa’.
Cuando me reuní con la gente de CASAFE, con Federico Landgraf, director ejecutivo, me dijo que si se frenaba este modelo de producción no se iba a abastecer de alimentos al mundo. Por lo general usan argumentos que vienen de la FAO. Pero en los detalles de las estadísticas que publica la FAO con respecto al desperdicio de alimentos, vemos que América Latina con lo que desperdicia por año podría erradicar el hambre a nivel mundial. El problema es la distribución, no la producción. Argentina hoy es el país que más alimentos descarta por habitante de toda América Latina. América Latina debe tener un promedio de entre 26 y 28 kilos por habitante, Argentina tiene un descarte de 32 kilos de comida anuales por habitante. En definitva lo que hay es un nivel de concentración del consumo de la comida, y al mismo tiempo una mala distribución, y el problema no es que no hay alimentos.
// ¿En otros países sucedió una crisis tan grande como acá?
No. Argentina tiene una posición de liderazgo en utilización de agroquímicos. Tiene un consumo de glifosato que no lo tiene ni siquiera Estados Unidos. Lo que ocurra con Argentina en términos de modelo productivo puede ser un ejemplo trágico para otras economías, que igualmente ya conocen estas cuestiones. En Francia por ejemplo está prohibida la soja transgénica, ellos saben que requiere de un paquete tecnológico que implica la utilización de muchísimos litros de químicos entonces optaron por no sembrar esta soja.
Lo que está haciendo Europa, China también, es trasladar el costo ambiental: dejan que Argentina degrade su tierra, que utilice químicos, que la población se enferme y tratar de recibir el producto terminado. Pero siguen llegando a Europa productos con glifosato.
// Brasil y Estados Unidos son mayores exportadores de soja que Argentina, ¿cómo es el tema con las enfermedades allá?
Lo que tiene Argentina es que es uno de los países donde se empezó a investigar mucho a nivel independiente sobre los efectos de los agroquímicos, la ciencia independiente argentina dio un paso adelante. He viajado bastante por América Latina y los niveles de discusión sobre estos temas en términos científicos no están, ni en Uruguay, ni en Colombia, ni en Brasil. Hay que tener en cuenta de que el tipo de cóctel varía según el clima y el suelo de cada país. Argentina tiene un altísimo uso de glifosato, de herbicidas, pero Brasil, que tiene más humedad y otras temporadas de lluvia, usa más fungicidas, que en Argentina no hay tantas investigaciones porque no es el producto más utilizado acá.
// ¿En qué consistió tu participación en el informe de Le Iene, el CQC italiano?
Pablo Piovano había estado en Europa presentando ‘El Costo Humano de los Agrotóxicos’, un trabajo en el que Buenos Aires fue uno de los últimos lugares en donde pudo exponer, algo insólito. Su muestra tuvo mucha repercusión en Europa, por lo que la televisión italiana se interesó en venir a la Argentina para ver lo que se estaba generando acá con el tema de los agrotóxicos, desde el enfoque de qué es lo que ellos están consumiendo, de los alimentos de nuestros campos que llegan allá. Entonces Pablo los contacta conmigo, yo les armé la agenda, un cronograma de actividades y las entrevistas.
Puse como punto clave San Salvador (Entre Ríos), que ya tenía los informes de La Plata y Rosario que ya hablaban de cáncer. El barrio Ituzaingó (Córdoba), hubo una visita a Chaco también, por el tema del retraso mental, ya que hoy Chaco tiene una explosión de chicos con problemas cognitivos que tiene que ver con el cóctel de químicos que se está usando para producir el algodón. Hice un mapeo de la tragedia para mostrarlo allá, y enfatizar en que ya hay pruebas científicas de que los productos industrializados están llegando con glifosato y con otros tipos de químicos.
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‘Envenenados’ se reeditará con otro sello y otra distribución y estará a la venta en la primera mitad de 2017. Por otra parte, Patricio terminó un nuevo libro este año, que espera ver la luz también el año que viene: ‘Laboratorio’, para ver hacia dónde va Argentina como modelo productivo y qué es lo que están tramando las empresas, en qué inventos están trabajando, y si la transgénesis va a quedarse ahí o va a avanzar a otros cultivos.
Mientras tanto te invitamos a mirar nuestro informe ‘Cuando la producción de alimentos nos enferma‘.
Enviada para Combate Racismo Ambiental por Isabel Carmi Trajber.