Rumbo a la marcha

Crónica de un 8 de marzo diferente

Amalia Antúnez, Rel-UITA

Hace mucho que mis allegados no me saludan con un “feliz día” los 8 de marzo. Ni hablar que jamás me regalaron nada en estas fechas. Pero el del miércoles pasado llegaba cargado de fuertes expectativas, de ánimos exacerbados, de lucha contenida.

En Uruguay desde que comenzó el año, es decir en apenas tres meses, se registraron ocho asesinatos de mujeres a mano de sus parejas o ex parejas.

La saña, en algunos casos, y la impunidad con que se comenten estos crímenes, en otros, ha conmocionado a la sociedad, que este 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, salió a las calles para manifestar ese espanto, mezcla de indignación y horror.

La convocatoria era a las 18 horas en la plaza Libertad, pleno centro de Montevideo. Preparamos el mate y dejamos la oficina rumbo a la marcha.

Bajo diversas consignas fueron llegando mujeres, hombres, niñas, niños, trans, gays, de todas las razas y de todas las edades.

Aquí los organizadores de la movilización llamaron a ir de negro y violeta y aunque muchos fueron como salieron de trabajar, hubo aquellos que destacaron en el toque sutil de la combinación violeta: en el labial, en los aros, en flores que adornaban los peinados, en las cintas como escarapelas, pero también en la tinta del pelo y en las materas.

Vi banderas de muchos sindicatos, camisetas con consignas, algunas improvisadas y otras cuidadosamente diseñadas para la ocasión. Fue una manifestación multitudinaria: 15 cuadras llenitas de gente en un ambiente de completa armonía que dejó sin dudas un fuerte mensaje social.

“¿Por qué marchás’”, pregunté a alguien. “Marcho por la igualdad de derechos y oportunidades, para que comencemos a deconstruir discursos machistas y problematizar aquello que parece ingenuo y solapado pero que en el fondo está lleno de menosprecio y odio”.

¿Y vos, por qué marchás? “Porque nos están matando, violando, quemando, porque hay que despertar”.

La marcha fue convocada por la Coordinadora de Feminismos del Uruguay, a la que se sumaron diversas otras organizaciones de la sociedad civil. La central sindical única del país, PIT-CNT, apoyó la iniciativa convocando a un paro parcial de actividades contra la violencia de género y exigiendo más participación del Estado en el tema.

En tiempos de tantas confusiones conceptuales con relación a los movimientos feministas, propiciadas muchas veces desde adentro de estas organizaciones y exacerbadas por la obscena e impune exposición mediática de las redes sociales, vale la pena aclarar algunas cosas, al margen de los oportunistas de siempre.

El feminismo es un movimiento político y social que defiende la igualdad de derechos entre hombres y mujeres y promueve la toma de conciencia ante la opresión y explotación de las mujeres.

No significa lo contrario de machismo y si bien a esta altura hay batallas que creo que ya no tengo que librar, esta es una por la que lucharé siempre.

¿Por qué marché este 8 de marzo?

Marché por las que no pudieron hacerlo, por las que no están pero nos allanaron el camino con la convicción de su lucha y hasta con sus vidas; por las que son o fueron víctimas de la violencia de género; por las que vendrán.

Marché por mis hermanas, por mis amigas, por mis sobrinas, primas, tías.

Marché por mi madre, pero sobre todo marché por mis hijos, porque tengo la obstinada fe de verlos crecer en un mundo más igualitario y justo.

Como decía Rosa Luxemburgo, donde todos seamos socialmente iguales, humanamente diferentes y totalmente libres.

La marcha de este 8 de marzo fue histórica, y si cuando el río suena agua trae, cuando un mar de gente camina en pos de una causa, el mundo avanza.

Foto: Rel-UITA

Enviado para Combate Racismo Ambiental por Luciana Gaffrée.

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