Mujica informa que el cáncer se expandió por su cuerpo; “hasta acá llegué”, dice, y se despide de sus “compatriotas”

“Lo que pido es que me dejen tranquilo. Que no me pidan más entrevistas ni nada más. Ya terminó mi ciclo. Sinceramente, me estoy muriendo. Y el guerrero tiene derecho a su descanso”

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José Mujica está sentado en el sillón del living de su chacra en Rincón del Cerro. Desde ese mismo asiento dio varias entrevistas en las últimas semanas, y decenas en los últimos años a los medios más prestigiosos del mundo y a los de países remotos interesados en su figura. Esta vez el diálogo empieza por el final. “Me estoy muriendo”, dice.

Sus ojos están llenos de lágrimas. A unos metros de distancia, cocina su esposa, Lucía Topolansky, en silencio, aunque se la nota muy afligida. Antes de mediar palabra, Mujica continúa con la explicación que le dieron los médicos:

“El cáncer en el esófago (que anunció que tenía el 29 de abril de 2024) me está colonizando el hígado. No lo paro con nada. ¿Por qué? Porque soy un anciano y porque tengo dos enfermedades crónicas. No me cabe ni un tratamiento bioquímico ni la cirugía porque mi cuerpo no lo aguanta”.

 

 

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