Hidrovía amazónica: Preocupaciones y expectativas del pueblo Kukama

Excavar en los lugares donde viven los espíritus del agua significa obligarlos a mudarse a otros sitios, alejando a las familias que viven en el mundo de la tierra de sus familias que viven bajo el agua, advierte Rusbel Castornoque, apu y sabio del pueblo Kukama

Por Lucrezia Giordano y Veronica Pellizzari*, en CAAAP / Servindi

El pueblo Kukama es uno de los tantos pueblos que viven en la Amazonía y que actualmente se encuentra amenazado por los potenciales efectos del megaproyecto Hidrovía amazónica. Sus impactos preocupan por la relación vital e indesligable que tiene este pueblo con el río y el agua que corre entre sus orillas.

Siendo el río la fuente principal de vida para los kukamas, ellos viven en constante alarma por todo lo que el megaproyecto pueda ocasionarles. Aún es difícil saber cómo exactamente se materializarán estos impactos, al no tenerse hasta ahora estudios serios y al no tenerse tampoco registro de un proyecto de su envergadura para el caso de la Cuenca Amazónica.

El proyecto Hidrovía, como parte de la Iniciativa de Integración de la Infraestructura Sudamericana (IIRSA), plantea dragar (raspar el fondo de los ríos) el curso de los ríos Amazonas, Marañón, Ucayali y Huallaga para garantizar su navegabilidad durante todo el año. Esto se haría en algunos puntos, en los llamados malos pasos.

La ambiciosa propuesta ha tenido que pasar por varias etapas a lo largo de casi cinco años, incluyendo la consulta previa a los pueblos indígenas que serán afectados, la misma que se realizó en 2015 por mandato judicial al no haberse, en principio, aplicado este derecho. Lo cierto es que hasta hoy dicha consulta sigue siendo cuestionada por haberse hecho sin estudios profundos sobre los posibles impactos del proyecto.

Rusbel Casternoque(1), apu o jefe de la comunidad nativa kukama de Tarapacá en el río Amazonas, en la región Loreto, ha participado activamente de talleres, mesas de trabajo y encuentros informativos sobre el proyecto Hidrovía que el Estado peruano ha organizado en conjunto con COHIDRO, consorcio que realizará la obra en cuestión y que está conformado por la peruana CASA Construcción y Administración S.A. y la china Sinohydro Corporation Ltd.

Rusbel no solo es jefe de su comunidad, también es un reconocido sabio de su pueblo, y a raíz de un acuerdo logrado en la consulta del 2015, fue incluido en los citados talleres y encuentros en su condición de sabio. Del proyecto le preocupa, primero, los impactos ambientales que tendrá, en particular como estos están conectados con las fuentes de alimentación de las comunidades que viven en la Amazonía, es decir, principalmente con los ríos.

“(…) nos tienen que dar los resultados sobre el tema alimentario. ¿Cómo pueden asegurarnos que vamos a tener alimentación? Con respecto a los peces, por ejemplo, si van a dragar los tramos, ¿es seguro que los peces no se van a ir? Podría pasar que, después del dragado, los peces nunca vuelvan a poblar esta ruta. Estamos exigiendo que haya un estudio de ingeniería que nos asegure estas cosas.”

Para los kukamas los peces del río representan la base de su dieta diaria, además, lo que pescan se lo llevan a los mercados para la venta en la ciudad o entre comunidades vecinas. Es decir, la pesca es la actividad principal que sostiene la economía de los kukamas.

“El pueblo Kukama y otros se dedican a la pesca también para vender porque esto es un medio de ingreso para toda la comunidad. Si después del dragado los peces desaparecerán, entonces esto va a afectar también a la economía de nuestras comunidades. Y indirectamente si atentamos a la economía por medio de la pesca, estamos atentando a un montón de cosas: por ejemplo, la educación de los niños y la salud de nuestras comunidades.”

Siempre conectado con el tema de la economía de estos pueblos, existe un problema menos evidente pero igualmente preocupante para los indígenas que suelen vivir vendiendo sus productos: la Hidrovía amazónica tiene como principal fin facilitar que barcos de grandes dimensiones y tonelaje ingresen al río durante todo el año de forma rápida y segura; esto tendría como consecuencia directa el hecho de que ingresarían en la zona bienes ajenos produciendo una competencia con los productos locales que los kukamas pescan, cosechan o siembran para vender en los principales mercados de los centros poblados. Esto no solamente minará la economía de los kukamas, sino que también afectará los precios de los productos que ofrecen.

“Nosotros lo leemos claro el discurso cuando llegarán otros barcos: llegará otro arroz de otras partes y nuestro arroz no tendrá precio.”

Menos evidente a los ojos de la mayoría y, sobre todo, a la mirada del Estado es el impacto sociocultural del proyecto; es decir, aquel que tendrá sobre la vida espiritual del pueblo Kukama que cree que en el fondo de los ríos existe vida casi tal cual como existe sobre la tierra, con ciudades grandes y pequeñas donde seres espirituales interactúan con seres humanos que por alguna razón desaparecieron de sus comunidades.

Por ello, todo el espacio del río es considerado sagrado en la cultura kukama. Lo cuenta el apu Rusbel:

“El tema cultural es un tema que nosotros siempre queremos discutir. Cuando hacemos las reuniones sobre la Hidrovia, ellos [los ingenieros] nos preguntan qué pedazos del río son sagrados. Pero para nosotros, no es que aquí hay un pedacito sagrado o aquí hay otro… o esta parte de la playa es sagrada, o esta partecita de la tierra es sagrada…¡no! Todo es sagrado. Nosotros creemos que en todo el ancho del río hay poblaciones. ¡Los ríos están poblados por seres que viven debajo del agua!  Hay poblaciones grandes y chicas, todos los ríos están poblados. Estos malos pasos que le dicen, para ustedes serán malos pasos, ¡para nosotros son sagrados! Todo el río es sagrado. Todo. Hay poblaciones y seres vivientes debajo del río.”

En la cosmovisión kukama existen tres mundos: el mundo del cielo, el mundo de la tierra y el mundo del agua. En el mundo del agua viven espíritus diferentes como, por ejemplo, los bufeos, las sirenas y los yacurunas(2).  Ellos viven en ciudades que se parecen a las ciudades del mundo de la tierra, con casa, árboles, calles, ríos y también motocarros. Ocasionalmente, los seres que viven debajo del agua suben al mundo de la tierra y se llevan gente a vivir con ellos en estas ciudades sumergidas. En la mayoría de los casos las personas llevadas a vivir bajo del agua son niños o gente de las cuales los seres del agua están enamorados.

“También decimos que el pueblo Kukama tiene familias en el agua: a veces los seres espirituales llevan a la gente a vivir con ellos bajo del agua. Los bufeos lo hacen, las sirenas… llevan los de que se enamoran. Lo llevan y se casan con ellos y viven ahí, bajo del agua.”

Por los kukamas, entonces, las vidas que existen y se manifiestan debajo del agua no tienen solamente un valor cultural, sino también un valor sentimental. Cuando alguien desaparece de una comunidad y no se le vuelve a encontrar, esto para los kukamas significa que esta persona está viviendo debajo del río con los seres espirituales. Los que se han ido a vivir al mundo del agua se comunican con sus familias que viven en el mundo de la tierra a través de los sueños. Por ejemplo, los niños pueden aparecer en los sueños de sus madres para tranquilizarlas sobre el hecho de que siguen vivos, están bien y que viven debajo del río con los yacurunas. Entonces, en el agua no existen solamente criaturas “legendarias”, sino también hijos, tíos, abuelos, madres. En este sentido, los kukamas tienen una relación personal y profunda con este mundo.

En los ríos viven también las Madres de los ríos y de las lagunas. L’Ipira mama es la dueña del agua y la madre de los peces: ella decide cuándo el nivel del agua tiene que bajar o subir. Purahua, la serpiente, también puede afectar el crecimiento del agua del río. Otra madre del río es la Raya Mama que es una raya gigantesca, con un cuerpo tan grande que se parece a una playa. Cuentan los pescadores que ellos han sido engañados a menudo por su apariencia, creyendo estar en una playa que luego se sumerge de repente, creando remolinos y amenazando con llevar a los pescadores y sus botes bajo del agua con ella. De manera similar, la Charapa Mama es una tortuga que se parece a una isla.

Para el pueblo Kukama, entonces, existen una diversidad de seres que viven bajo el agua. El proyecto Hidrovía que dragará el río, pone a riesgo las vidas de estos seres y, con ellos, las creencias y la identidad cultural de los kukamas mismos. Lo que los ingenieros consideran malos pasos son para el pueblo Kukama lugares sagrados, donde se desarrollan formas de vida paralelas a las que están arriba del agua.

De hecho, el apu Rusbel sigue comentando:

“Cuando los occidentales hablan de los malos pasos, nosotros solo seguimos viendo lo que ya conocemos: ahí puede estar la cola o la cabeza de la Purahua; cuando en medio río sale una playa, ahí esta la Raya Mama. Como es de costumbre, ellos se echan en un lugar y ahí se amontona la arena o el barro y sale la playa. Por eso, para nosotros los pueblos indígenas el dragado del río es una amenaza que lleva el riesgo que, con el tiempo, estos seres se retiren de los ríos.”

Los kukamas tiene que enfrentarse con el escepticismo de parte de los ingenieros y de los concesionarios del proyecto Hidrovía, incluido el Estado. De hecho, la cosmovisión kukama difícilmente es aceptada por los que no conocen o nunca se han acercado a la realidad de la Amazonia. La Hidrovía es un proyecto que, según sus promotores, quiere brindar desarrollo comercial al país y que por falta de interés o de conocimiento no se ha enfocado en el tema cultural ni en los estudios preliminares:

“Los ingenieros, lógicamente, van a negar que estas cosas existan. Es lógico. Porque en la política misma del gobierno no lo contemplan a pesar de que hace años se le ha dado el mensaje que hay vida bajo el agua. El mismo gobierno ha pasado muchos años sin querer considerar este tema, sin querer reconocer la vida espiritual de los pueblos indígenas.  Los que no conocen, los que no creen, los que no se han acercado a vivir un tiempo por supuesto van a negar, a decir que es una locura. ‘¡Mira que dice este, es un idiota, es un loco! Cómo pueden decir que hay seres vivientes bajo el agua, el agua solo es agua, no hay otra cosa mas.’ Esta es una mirada, simplemente una mirada occidental. En la mirada indígena se mira más en profundidad, se sabe que hay algo más en profundidad.”

El aspecto cultural es lo que ha sido menos considerado en los estudios del proyecto Hidrovía, no obstante, al mismo tiempo, será el más afectado. De hecho es difícil (si no imposible) combinar la cosmovisión kukama con el dragado de los ríos. La empresa concesionaria de la Hidrovía se enfoca mayormente a buscar soluciones, o por lo menos respuestas, a los problemas ambientales. Los ingenieros explican, en sus informes, cómo el dragado, según ellos, afectará de manera mínima el medio ambiente.

Sin embargo, cualquier tipo de dragado afectará las ciudades bajo del agua: excavar en los lugares donde viven los espíritus del agua significa obligarlos a mudarse a otros sitios, alejando a las familias que viven en el mundo de la tierra de sus familias que viven bajo el agua.

Es claro que aquí estamos hablando de temáticas que no se pueden analizar de manera científica. Estamos frente a un problema histórico que casi siempre se ha solucionado en perjuicio de los que defienden un aspecto cultural abstracto, sobre todo si esta cultura pertenece a los más desfavorecidos desde un punto de vista económico y político.

Como se puede comprender de este comentario del apu Rusbel, en el proyecto Hidrovía la visión científica utilizada en los estudios preliminares choca con la vida cultural de los kukamas y su experiencia:

“Ellos están muy convencidos que con la técnica que usan van a convencernos. Ellos se basan en los números, están haciendo un estudio científico pero sin tomar en consideración el tema cultural. Para nosotros descubrir la ciencia es una manera de descubrir el tema cultural. Y si ellos nunca han tomado este aspecto en cuenta, es porque ellos se están basando en su propio estudio. Pero nosotros no hemos pasado por la universidad; nosotros hemos pasado por nuestra propia vivencia. Ahí hemos conocido todas estas cosas, ahí hemos tenido el contacto con estos seres que viven bajo del río. Hemos tenido siempre contactos con ellos, y sabemos que son seres vivientes que saben pensar, saben sentir, tienen sentimientos, saben molestarse, son carne y huesos”.

Los conocimiento y las creencias kukamas se manifiestan en su vida cotidiana y en los conocimiento trasmitidos por sus antepasados. En la cosmovisión kukama los espíritus del río no son espíritus impalpables e invisibles, sino que son seres reales que interaccionan con la gente del mundo de la tierra.

Dragar el río significaría romper esta relación espiritual y cultural, destruir una tradición que ha sobrevivido a través de los años, y que se ha mantenido viva a pesar de todos los cambios históricos y sociales enfrentados. En este sentido, el proyecto Hidrovía amenaza con afectar profundamente a la sociedad kukama, rompiendo creencias antiguas y faltando el respecto a su cosmovisión.

Además, se creará un conflicto entre el Estado, que apoya y permite este proyecto, y el pueblo Kukama. De esta manera el Estado perderá la confianza y el apoyo de los pueblos indígenas, que, posiblemente, lo considerarán como un oponente, y no como una estructura de la cual ellos son parte integrante. En este sentido, la Hidrovía amenaza aumentar el sentimiento de exclusión y aislamiento de los kukamas y de los pueblos indígenas en general, afectando además una parte fundamental de su cultura a través de un proyecto que ellos no apoyan.

Como concluye el apu Rusbel:

“Estamos preguntado que se le respete a ellos como se respeta a nosotros. Ellos también tienen derecho al respeto porque son seres vivientes, y no se puede alterar su vida; así como no se puede alterar la vida de nosotros. ¡El tema cultural se debe respectar! Dragar el río significa destruir una cultura, si los ingenieros no van a tomar el tema cultural en consideración en su proyecto, nosotros vamos a estar en desacuerdo,”

Como se ha podido leer de la conversación con el apu, aunque no se haya todavía empezado a realizar este megaproyecto, para los kukamas y, seguramente, para otros pueblos indígenas, la Hidrovía ya parece estar muy presente en sus vidas: preocupaciones, temores, dudas y también esperanzas.

El mensaje final del apu Rusbel transmite amargura pero también una determinada conciencia:

“Nosotros, los pueblos indígenas, ya estamos cansados que todos los gobiernos de toda la historia hayan entregado toda la riqueza que hemos tenido en la Amazonia. Ahora quieren entregar también nuestros ríos, que por toda la vida han sido nuestros, antes que el Perú sea republica. El Gobierno habla de conciencia pero así no es conciencia, es inconciencia: cuando hay conciencia hay sentimiento.”

“El pueblo Kukama kukamira es pasivo y pacífico, pero también no es para tantos abusos. Llegará el momento que nos pondremos de pie.”

Nota:

(1) Entrevista con el apu Rusbel Casternoque realizada los días 20 y 30 de julio del 2018.
(2) La palabra yacuruna deriva del quechua yacu (agua) y runa (gente): se refiere a los seres que viven debajo del agua.

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*Lucrezia Giordano estudió Antropología cultural y Comunicación. Veronica Pellizzari estudió Derecho. Actualmente son colaboradoras del CAAAP para la oficina de Loreto.

Mural en la ciudad de Nauta, Loreto. Representación de la cosmovisión del pueblo Kukama, de las ciudades que existen bajo el río. Foto: cuenta de Twitter de Shah Selve

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