El pastoreo es un legado económico y espiritual

Por Ángel Bilches* – Servindi

Con la Escuela de Comunicaciones del Pueblo Wayuullegamos a Jepira, en el Cabo de la Vela, un lugar sagrado donde se reencuentran los wayuu después de morir. Sus almas dejan el cuerpo y caminan a la luz de una fogata que mantienen prendida sus familiares durante un mes. Van arreando los chivos que sacrificaron durante su velorio para continuar la vida en este lugar.

Camino bajo el intenso sol, mis pasos son guiados por la fuerza de la brisa y acelerados por el calor. La temperatura supera los 37 grados. A mi derecha veo cómo el vaivén de las olas del mar trae a los pescadores que bajan de su lanchas con la satisfacción de asegurar el almuerzo de hoy. A mi izquierda está la casa de José Ángel Uriana, que destaca a lo lejos por su gran corral de chivos y ovejos.

Con una sonrisa en el rostro y la amabilidad que lo distingue, José Ángel Uriana me recibe en la sombra de su enramada, acostado en un colorido süi (hamaca) me pregunta por mi comunidad de origen y mi clan.

A manera de introducción me cuenta que es un pastor de ovejos y cabras desde que es niño, que no sabe cuántos años tiene, y que conoce su responsabilidad con el clan que él lidera. La conversación fluye por lo que me apresuro en sacar mi grabador, la libreta y un bolígrafo de mi susu (mochila).

– ¿Para usted qué significado tiene pastorear?

Mis animales son como mi familia. Vivo con ellos a diario, ellos me brindan emociones como alegrías y tristezas. Además, me generan ingresos y un poco de estabilidad. Desde muy niño mi padre me lo enseñó y lo siento como una herencia. Mi padre me decía que la riqueza del wayuu eran sus animales, porque son necesarios para diferentes situaciones, como en el velorio, cuando hay un sueño, o cuando tenemos problemas y debemos resarcir un daño hecho por algún miembro de la familia. Desde siempre he practicado la actividad del pastoreo. Lo había dejado por la pesca, pero volví a desempeñarlo. Es necesario, es la esencia de todo hombre wayuu.

– ¿Cuál es la ayuda que le brindan sus ovejos y chivos?

Mis chivos y mis ovejos me brindan apoyo y me han salvado cuando necesito solucionar alguna urgencia personal o familiar, puedo solventar cualquier situación. A mis hijos varones les he enseñado y ahora a mis nietos para que no dejen caer nuestra única salvación porque estamos enfrentando muchas problemas como el agua, y la alta demanda en alimentos, porque a veces lo vendemos para comprar maíz, arroz, harina y otros, para comprar los útiles a los niños en el colegio. Es nuestro único sustento de supervivencia.

– ¿Para los wayuu qué importancias tiene conservar y mantener la actividad del pastoreo?

Los muertos se comunican por sueños con los vivos. A través de los sueños piden que sacrifiquemos y compartamos un chivo, como tributo a ellos porque a ellos también les da hambre. Cuando no sacrificamos animales, se ponen bravos y muestran su inconformidad y ocurren sucesos que no tienen explicación. Hasta que no ven sangre en la tierra no están contentos. Por esto tenemos que cuidar los animales para comer nosotros y ofrecérselos a ellos.

Cuando alguien muere también brindamos a los asistentes nuestros mejores ovejos, chivos y vacas porque esos animales que se van con el muerto y así él tendrá su rebaño en Jepira y no vendrá a pedir más. Este es un lugar sagrado donde descansan las almas de nuestros abuelos, y allá nos iremos todos cuando nos muramos. Cuando tenemos problemas entre clanes podemos responder con nuestros ovejos, los entregamos para compensar nuestras faltas y cumplir con la palabra, pero si no tenemos rebaño ¿con que respondemos?

– ¿Qué relación tiene Juya (la lluvia) con la actividad del pastoreo?

El wayuu siempre busca donde llueve para llevar sus animales, y uno se demora un tiempo en ese lugar y va a otro lugar donde esta Juya, donde la abundancia es segura. Anhelamos que nos visite pronto, pero sabemos que llegará en el mes de diciembre.

Desde muy temprano me levanto, los llevo a que tomen agua y después a pastar. Todo el tiempo estoy detrás de ellos para que no se me pierdan. Por la sequía se me han muerto varios, pero todavía los conservo. Solo se ha visto una temporada de pura brisa donde no deja que llueva.

– ¿Si le plantearan vivir en otra parte, que decidiera?

Soy un hombre trabajador, siempre he trabajado para sustentar a mi familia. Necesitamos tantas cosas para vivir bien, pero no nos queremos ir de este lugar porque acá vivieron mis abuelos, mis padres, es donde vivo. Porque es la tierra de mis ancestros, acá es donde descansan y están cerca de nosotros. Acá me quedaré con mis ovejos, enseñándoles a mis nietos lo que he hecho siempre para que ellos lo hagan también y lo pasen a sus hijos.

Pastorear es una actividad cotidiana que une lo económico y lo espiritual, soporta la estrecha relación de los wayuu con los seres del cosmos. Es el legado que pueden heredar a las siguientes generaciones como garantía del equilibrio de la vida y la muerte

Pastorear es una actividad cotidiana que une lo económico y lo espiritual, soporta la estrecha relación de los wayuu con los seres del cosmos. Es el legado que pueden heredar a las siguientes generaciones como garantía del equilibrio de la vida y la muerte. Es una actividad tradicional que representa prestigio social. En los sueños, los ovejos son las almas de los wayuu vivientes.

Con estas reflexiones nos despedimos. José Ángel Uriana apresura el paso para buscar su rebaño, con el que está seguro puede solucionar los problemas que se le presenten y al mismo tiempo subsanar las necesidades de sus familiares muertos.


*Ángel Bilches, es wayuu del clan Wouliyuu. Pertenece a la Escuela de Comunicaciones del pueblo Wayuu.

Foto: Pueblo Wayuu

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