Argentina: La legalización del aborto en la agenda de las mujeres indígenas

En el marco del Día Internacional de la Mujer y ante un nuevo debate sobre la interrupción voluntaria del embarazo, la Confederación de Pueblos y Mujeres Indígenas de Argentina expresa su posición a favor de la legalización del aborto.

Por Relmu Ñamku, en Servindi

La experiencia en Argentina y el mundo da cuenta de lo ineficaz que ha resultado la penalización del aborto como una herramienta legal para evitarlos. El aborto sucede. Es un hecho. Y es real. Sería hipócrita querer eludir este debate. Más aún cuando está a la vista que miles de mujeres recurren a él para interrumpir sus embarazos.

La existencia de la amenaza penal no solo ha sido ineficiente dado que el devenir social transcurre más allá de la misma norma. También ha condenado a muchas mujeres, generalmente de escasos recursos, a recurrir a prácticas abortivas en la más absoluta clandestinidad, poniendo en riesgo su su vida.

En el caso de los pueblos indígenas, la legalización del aborto es un debate que se encuentra cada vez más presente en el seno de las organizaciones. Y también debemos decir que es un tema que se ha ido instalando por el fuerte movimiento de mujeres.

No es ninguna novedad para los pueblos indígenas que, a través del propio sistema de salud, se utiliza la medicina ancestral para interrumpir los embarazos no deseados. En efecto, fue una práctica constante cuando en épocas de invasión territorial nuestras mujeres fueron brutalmente violadas para procrear futuros esclavos.

Si bien la agenda indígena está fuertemente cargada por las problemáticas relacionadas al territorio, a la autonomía y la constante violación de nuestros derechos, hemos incorporando este debate como una política de Estado necesaria y urgente.

“El aborto sucede. Es un hecho. Y es real.” 

Es un gran dilema avanzar en una posición unánime sobre un tema tan controvertido, más aún cuando los pueblos indígenas también tenemos diferentes posiciones, entre aquellas mujeres que están a favor y aquellas que no tanto. En algunos casos más radicales, la negativa tiene que ver con una gran imposición de la religión católica y Evangélica que no permite llevar el debate desde la propia voz indígena.

Sin desmerecer ninguna posición, nosotras creemos que la legalización del aborto es parte de la deuda histórica del Estado para con las mujeres. No es una cuestión de la vida privada, no es personal ni es una cuestión moral: el derecho a la interrupción voluntaria del embarazo es una decisión política y es un tema de salud pública.

Justamente somos las mujeres indígenas las que pertenecemos a un sector totalmente olvidado y discriminado. Existen numerosos casos de violaciones a niñas indígenas que no cuentan con el acompañamiento judicial correspondiente ni son atendidas en hospitales públicos. Incluso, hemos visto morir a niñas en los nacimientos de sus hijos no deseados. Claro que esto jamás es tapa de los diarios.

Creando nuevos mecanismos legales que acompañen la decisión libre de cada mujer, construiremos una sociedad más democrática. Por eso vemos con buenos ojos los anuncios que se hicieron desde el Gobierno sobre la legalización del aborto.

Sin duda, el texto de la ley es un debate aparte. Desde nuestra visión debería respetar toda nuestra matriz cultural: desde nuestro idioma hasta el uso de nuestra medicina ancestral, como así también nuestras prácticas religiosas y filosóficas que aún no hemos logrado instalar en la salud pública.

Por otro lado, es fundamental que el Estado cree políticas para desmitificar las consecuencias por las cuales una mujer llega a realizarse un aborto. Todas sabemos que la realización de un aborto clandestino es una decisión difícil y estigmatizante.

La legalización debería generar escenarios para desterrar prácticas como el chineo: un término del norte argentino que significa que un grupo de criollos se pone de acuerdo en buscar una joven adolescente indígena para violarla y quitarle su virginidad. Asimismo debería dejar de existir la violencia obstétrica en donde la decisión de un profesional se impone sobre la voluntad de una mujer indígena, producto de la discriminación y de no comprender el castellano.

“Nos unimos a la voz desesperada de las mujeres indígenas del país que desde cada territorio han sufrido violaciones por su condición de ser indígena.” 

Desde nuestra visión, hay mucho por hacer. Las mujeres indígenas de este país somos las más postergadas en términos de derechos. Por eso, nos unimos a la voz desesperada de las mujeres indígenas del país, hijas, madres, abuelas, niñas adolescentes, jóvenes y ancianas que desde cada territorio han sufrido violaciones por su condición de ser indígena.

Por todas aquellas que ya no están producto de la violencia racista. Por todas aquellas que continúan esperando justicia porque sus violadores están sueltos. Por todas aquellas que murieron obligadas a ser madres antes de tiempo. Y por todas aquellas que murieron en un aborto clandestino y que nadie se enteró

Por las que continúan defendiendo el territorio de las empresas extractivistas. Por las que estamos vivas y tenemos sueños de autonomía y resistencia para nuestros pueblos. Las mujeres indígenas de Argentina nos sumamos a la lucha por la ley de legalización del aborto que contenga nuestra voz y el conocimiento ancestral.


*Relmu Ñamku es werken del pueblo mapuche y forma parte de la Confederación de Pueblos y Mujeres Indígenas de Argentina.

Foto: Diego Simón Sánchez / Cuartooscuro.com

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