Dejar morir a la Naturaleza y las personas: la necropolítica llegó a la Amazonia. Por Eduardo Gudynas*

La necropolítica es una política del dejar morir, a las personas y a la Naturaleza, y que es aceptada y naturalizada por un creciente número de ciudadanos. La crisis desatada por el Covid19, y con ella el colapso sanitario, ha hecho que a lo largo de más de un año, enormes mayorías convivan con la muerte diariamente. Esa necropolítica es la que ahora llegó a la Amazonia. 

No Servindi

En estos tiempos de pandemia todo parece indicar que la crisis socioambiental se está agravando en América Latina. En ocasión del 5 de junio, Día Mundial del Ambiente, es adecuado observar lo que sucede en la Amazonia como ejemplo del avance de una aceptación de la destrucción de la Naturaleza, que a su vez va de la mano con la muerte de las personas. Es la necropolítica.

Es apropiado observar a la Amazonia porque no siempre se la aborda de manera adecuada, repetidamente relegada por las urgencias en capitales u otras regiones dentro de cada país. Además, las urgencias que impone la diseminación del Covid19 hacen que problemáticas como ese vínculo social y ambiental queden en segundo plano.

Al mismo tiempo, actores como gobiernos, empresas y muchos otros, también aprovechan la pandemia, convirtiéndola en una justificación para profundizar unas estrategias que agravan todavía más la problemática socioambiental dentro de cada país, y en especial en sus Amazonias. Es muy evidente que los gobiernos apuestan a los extractivismos, como pueden ser concesiones mineras o petroleras, o ampliaciones agrícolas, para retomar el crecimiento económico.

Esto ha hecho que, una vez más, la frontera de apropiación de la Naturaleza esté en la Amazonia. Aunque cuando se utiliza ese término muchos miran hacia Brasil, donde la situación sin duda es alarmante, de todos modos esa frontera se ubica también en otros países. En efecto, eso ocurre en las regiones amazónicas del norte de Bolivia, en distintos departamentos de Perú, en varias zonas de Ecuador, en Venezuela, y también en la Amazonia colombiana.

En cualquiera de esas situaciones los pueblos indígenas son los primeros afectados. Es que esa frontera no está ubicada en espacios vacíos sino que son sus territorios, y cualquiera de esos extractivismos implica destruir los ambientes que les cobijan, contaminar los recursos que los alimentan, o incluso sufrir todo tipo de violencias, desde el desplazamiento de comunidades a la persecución o asesinato. Algunos pueblos, como los Yanomami de Brasil, enfrentan el riesgo de un genocidio alimentado por los extractivismos legales e ilegales (1).

Se desemboca en ese modo en promover la extracción de recursos naturales en la frontera amazónica, y en especial allí donde todavía no se había llegado o en zonas resguardadas por normativas nacionales. Esos sitios están ubicados en territorios o reservas indígenas, áreas de protección ambiental, o sitios de alta biodiversidad. Un ejemplo es el avance de la deforestación dentro de los parques nacionales en la Amazonia colombiana, como ocurre en la Serranía de Chiribiquete, La Paya, Tinigua y Serranía de la Macarena (2).

El resultado es muy triste: en Brasil, en 2020, se perdieron 1 700 mil hectáreas de bosque, sobre todo en la Amazonia; le sigue Bolivia, con más de 276 mil has; Perú con 190 mil has; y Colombia con 166 mil has (3).

Complicidades nacionales y presiones globales

Esa dinámica obedece a múltiples factores, encadenados unos sobre otros. Existen presiones dentro de cada país, tales como las que imponen las empresas nacionales o las subsidarias locales de corporaciones extranjeras, y que son acompañadas por políticos, académicos e incluso algunos sindicatos.  Allí se originan los discursos que conciben a la Amazonia como espacios desaprovechados o que repiten un desarrollismo convencional que debe alimentar las exportaciones.

Sobre ellas operan otras presiones, que son internacionales, y están determinadas por factores como la demanda global de las materias primas, sus precios internacionales, o los intereses de los inversores. Estas condiciones propias de la globalización, dominadas por las corporaciones transnacionales, son mucho más intensas que aquellos factores nacionales o locales, y se vuelven determinantes.

Eso explica, por ejemplo, que a medida que el precio internacional del oro aumenta, y lo hace aún más de lo esperado debido a la pandemia, ese tipo de minería se propaga por la Amazonia y sobre las laderas de los Andes. En unos casos es formal, a manos de empresas transnacionales o incluso cooperativas locales (como en Bolivia), pero en otros es informal o ilegal, nutriendo redes de contrabando (como ocurre en Colombia o Perú). Sus consecuencias son la deforestación de la selva y la contaminación con mercurio de los ríos, y de esos modos se destruyen los ambientes y sustentos de las comunidades indígenas. Situaciones de este tipo se repiten en los otros sectores extractivos. 

La pandemia no ha hecho más que agravar esta situación, ya que todos los países de la cuenca Amazónica reforzaron sus estrategias extractivistas con la esperanza de poder aumentar sus exportaciones de recursos naturales como respuesta a la crisis económica. Han reducido los controles sociales y ambientales, llegando a situaciones extremas como disminuir los controles sobre agroquímicos en Brasil o debilitar las áreas protegidas en Bolivia. Como en el pasado, otra vez más no hay diferencias en el apego a los extractivismos, sea desde la extrema derecha de Jair Bolsonaro en Brasil como en la restauración progresista en Bolivia.

Necropolítica

Esta situación es parte de lo que se puede caracterizar como una necropolítica. Es una política del dejar morir, a las personas y a la Naturaleza, y que es aceptada y naturalizada por un creciente número de ciudadanos (4). La crisis desatada por el Covid19, y con ella el colapso sanitario, ha hecho que a lo largo de más de un año, enormes mayorías convivan con la muerte diariamente. Esa necropolítica es la que ahora llegó a la Amazonia.

Son evidentes los datos del deterioro ambiental. Tampoco se puede ocultar en vida humanas de la pandemia en la Amazonia. A finales de 2020, ya había mucho más de un millón y medio de indígenas afectados por Covid19 en la región amazónica, y se estimaba que 37 747 habían fallecido (solamente en Brasil, se estimaban en casi 26 mil muertes) (5). [Informação equivocada colhida por Gudynas. Ver nota 5B]

Al mismo tiempo, las salvaguardas de los derechos, que ya tenían muchas limitaciones, se debilitaran todavía más bajo la necropolítica. Los gobiernos han aplicado todo tipo de restricciones y han abusado de los controles policiales o militares. No han actuado adecuadamente para lidiar con la pandemia, y han dejado que los indígenas las enfrentaran como pudieran. Jair Bolsonaro no ha sentido ninguna vergüenza en responder que ante esa crisis sanitaria, bastaría que los indígenas tomaran té (6).

Mientras la atención estaba en el Covid19, el nivel de violencia no dejó de crecer. La Coordinadora de Organizaciones Indígenas de la cuenca Amazónica (COICA), en representación de más de 500 pueblos originarios, declarara una emergencia por la violación de los derechos. En 2020, cada dos días moría asesinado un líder indígena en la Amazonia (7).

En paralelo se ha profundizado la desconfianza ciudadana con la política, entendida en su más amplio sentido, y con los papeles que desempeñan políticos como legisladores o funcionarios públicos. El caso de Perú es posiblemente extremo, porque la sucesión de crisis políticas que se vive desde hace años parece haber derivado en aceptarse que esa es la normalidad institucional del país. Las últimas elecciones nacionales dejan esa desconfianza en claro, ya que aproximadamente la mitad de los electores rechazaron a todos los candidatos o no estuvieron interesados en votar. De los poco más de 25 millones de electores habilitados, unos 10 millones votaron en blanco, nulo o se ausentaron (8).

La política como espacio de escucha y deliberación se desvanece, y eso favorece la imposición de los extractivismos ya que así se esquivan los procesos de información y consulta, desaparecen los canales para denuncias o reclamos por los impactos, y se incumplen los derechos humanos. Si se desmorona la política, tampoco se pueden presentar ni discutir alternativas a los extractivismos, no en defensa de los pueblos originarios ni para conservar la Naturaleza. Es como si la necropolítica devorara a la poca política que aún le quedaba.

Es cierto que bajo las condiciones previas al año 2020, los pueblos indígenas eran repetidamente ignorados, marginalizados y violentados. Es cierto que antes de la pandemia se vivían muchos problemas ambientales, desde la contaminación por mercurio a la deforestación. Pero hoy, tras más de un año de pandemia, la situación se ha vuelto todavía más dramática, tanto para los pueblos originarios como para la naturaleza amazónica (9).

Eso ha llevado a que la Amazonia siga siendo el escenario de un dramático conflicto entre las políticas de la muerte y las alternativas que apuestan por la vida. Aún en estos momentos tan difíciles es una oposición que no puede pasar desapercibida.

Notas:

(1) Pueblo Yanomami en riesgo de genocidio por extractivismo, COICA, 19 mayo 2021,  https://coicamazonia.org/pueblo-yanomami-en-riesgo-de-genocidio-por-extractivismo/

(2) La deforestación no da tregua en los Parques Nacionales de la Amazonia, Semana, 24 febrero 2021, https://www.semana.com/impacto/articulo/la-deforestacion-no-da-tregua-en-los-parques-nacionales-de-la-amazonia/59633/

(3) Ver la información en el Global Forest Watch en www.globalforestwatch.org/

(4) Necropolítica: la política de la muerte en tiempos de pandemia, E. Gudynas, Servindi (Lima), 16 abril 2021, https://www.servindi.org/actualidad-opinion/16/04/2021/necropolitica-la-politica-de-la-muerte-en-tiempos-de-pandemia

(5) El COVID-19 golpeó fuertemente a los pueblos indígenas en el 2020, Y. Sierra P., 11 enero 2021, Mongabay, https://es.mongabay.com/2021/01/pueblos-indigenas-pandemia-covid-19/ [Informação equivocada; ver 5B]

(5B) Nota de Combate: Aparentemente, a reportagem da Mongabay acima citada confundiu os dados do número total de indígenas atingidos pela Covid no Brasil até o final de 2020 com o número de mortes. Hoje, 6 de junho de 2021, os dados da APIB indicam totais de 55.063 atingidos e 1.096 mortes. Cf. https://emergenciaindigena.apiboficial.org/dados_covid19/

(6) Bolsonaro diz que indígenas do Amazonas tomaram chá contra a COVID-19, Estado de Minas, 27 mayo 2021,  https://www.em.com.br/app/noticia/politica/2021/05/27/interna_politica,1271057/bolsonaro-diz-que-indigenas-do-amazonas-tomaram-cha-contra-a-covid-19.shtml

(7) Más informaciones en www.coicamzonia.org

(8) ¿Votar al menos malo? Reflexiones a contracorriente sobre política, desarrollo y las organizaciones ciudadanas en Perú, E. Gudynas, Documento de Trabajo Política y Democracia, 14 mayo 2021, http://democraciasur.com/2021/05/13/votar-al-menos-malo-sociedad-civil-y-elecciones-en-peru/

(9) Por ejemplo, la Red Eclesial Panamazónica denunció ante Naciones Unidas el agravamiento de la violación de los derechos humanos durante el Covid-19, 27 abril 2021, https://www.business-humanrights.org/es/latest-news/am%C3%A9ricas-pueblos-amaz%C3%B3nicos-denuncian-profundizaci%C3%B3n-de-las-violaciones-de-ddhh-durante-el-covid-19-en-foro-de-la-onu/


* Eduardo Gudynas es investigador en el Centro Latino Americano de Ecología Social (CLAES). Su último libro publicado en Colombia es “Extractivismos y Corrupción”, editado por Desde Abajo.  Twitter: @EGudynas

Photo prise le 15 août 2020 d’un feu illégalement allumé dans la réserve de forêt amazonienne, au sud de Novo Progresso dans l’État de Para, au Brésil. Crédits: Carl de Souza /AFP /France Culture

Deixe um comentário

O comentário deve ter seu nome e sobrenome. O e-mail é necessário, mas não será publicado.

20 − dezesseis =