El largo viaje de Marujina Castiello

Por Luis Felipe Capellín

Algunas personas preguntan la razón por la que hacemos cine relacionado con acontecimientos ocurridos hace mucho tiempo. La respuesta es sencilla, para dar la palabra a quienes durante años se vieron obligados a vivir en silencio, para cerrar las heridas que hoy continúan abiertas y para que nunca más vuelva a repetirse una situación como aquella.

Tras el golpe de estado, de 1936, en España, la represión franquista no sólo encarceló y asesinó, también utilizó el destierro como forma de castigo. Personas de unas regiones fueron obligadas a desplazarse a otras en las que, sin conocer a nadie, tuvieron que luchar por su supervivencia.

El testimonio de Marujina Castiello, hablado en asturiano, su lengua, una lengua que dicen que no existe, nos cuenta lo que significó para ella (entonces, una niña de 12 años) y para su familia aquel largo viaje de diez meses de duración.

El único delito de Marujina era tener dos primos guerrilleros antifranquistas a los que nunca llegó a conocer.

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