La antropóloga feminista Francisca Fernández Droguett, dentro de los variados temas que habló en una entrevista exclusiva para El Mostrador, se refirió al feminismo tradicional, el ecofeminismo, la Cumbre de los Pueblos y el extractivismo en América Latina. Sobre el feminismo socioambiental afirma que se diferencia del clásico “porque es desde la vivencia de cómo las mujeres somos más afectadas en el extractivismo, en término de economías masculinizadas, territorios masculinizados, donde hay violencia tanto en el nivel de nuestra precariedad laboral y flexibilidad laboral”.
Por Andrés Kogan Valderrama*, en El Mostrador / Servindi
La antropóloga Francisca Fernández Droguett, integrante del Movimiento por el Agua y los Territorios (MAT), conversó en una entrevista en profundidad con el sociólogo Andrés Kogan, para El Mostrador sobre las diferencias que ve entre el feminismo tradicional y el ecofeminismo, la Cumbre de los Pueblos, el extractivismo en América Latina, entre otros temas. Droguett además es magíster en Psicología Social, doctora en Estudios Americanos y vocera del comité socioambiental de la Coordinadora Feminista 8M.
—¿Cómo ves el ecofeminismo en Chile?
Yo creo que llegamos a un proceso incipiente pero súper potente. El ecofeminismo como término ya estaba en los 70 y tiene una impronta más europea, por eso algunas nos acercamos más al feminismo comunitario boliviano, a los feminismos territoriales, que es lo que habla Maristella Svampa. Yo hace rato vengo trabajando la noción de feminismos de los pueblos.
“Por ejemplo, tengo una compañera en el comité socioambiental, vinculada a la lucha contra los plaguicidas en Chile, y que desde la lucha socioambiental se define como feminista.
el feminismo socioambiental que ha tenido nueva visibilidad, no viene del feminismo, sino de las luchas por los territorios.
Lo interesante es que el feminismo socioambiental que ha tenido nueva visibilidad, no viene del feminismo, sino de las luchas por los territorios. Marca diferencia, porque es desde la vivencia de como las mujeres somos más afectadas en el extractivismo, en término de economías masculinizadas, territorios masculinizados, donde hay violencia tanto en el nivel de nuestra precariedad laboral y flexibilidad laboral.
Pero una violencia también, en la cantidad de roles que tenemos que asumir en el cuidado de la casa. Los casos de Ventana- Quintero- Puchuncaví por ejemplo, donde las hijas se intoxican, son las madres la que están ahí, no es casualidad por tanto que en muchos de los territorios desplegados sean llevados por mujeres”, agregó.
—Esta crítica al feminismo occidental eurocéntrico, ¿qué cree que viene a enseñarle al resto de las mujeres en el mundo de cómo ser feminista? ¿Cómo lo ves?
Nosotras tuvimos un encuentro en agosto, que llamamos encuentro socioambiental plurinacional Macarena Valdés en La Ligua. Fue interesante, porque uno de los temas centrales del feminismo clásico, tanto autónomo como institucional, han sido los derechos reproductivos y el aborto, los cuales sin duda son nuestra bandera de lucha transversalmente. Sin embargo, las compañeras campesinas, siempre nos ponían atención, que me parece muy relevante, es que nuestra lucha es por la soberanía del cuerpo, tanto del aborto como de la maternidad. Entonces también la maternidad es un elemento muy importante en la construcción territorial, de los pueblos originarios, de las campesinas, de las mujeres afro, migrantes.
—Con respecto a la Cumbre de los Pueblos, en la cual tú fuiste parte en la organización y participaste, ¿cómo fue la experiencia?
La Cumbre de los Pueblos fue una instancia que se nos presentó como Movimiento por el Agua y los Territorios en marzo del 2019, y ahí se definieron dos propuestas: primero, la realización de los cabildos por el agua y la necesidad de generar una instancia paralela a la COP25, donde no solo estaría el MAT sino otras organizaciones, sobre todo territoriales, oenegés, tanto de Chile, Latinoamérica como del mundo.
Por tanto, la Cumbre de los Pueblos derivó en distintos espacios: un espacio general de debate sobre los efectos del monocultivo, agrotóxicos, agronegocio, la megaminería, la piscicultura, hidroeléctricas, glaciares y energía. Pero sobre todo, situarse en lo que estaba pasando en el país, con un fuerte énfasis en la asamblea constituyente y cómo desde las luchas socioambientales entregamos insumos para ese debate, a través del ejemplo de los Derechos de la Naturaleza.
El segundo espacio fue la carpa de las mujeres, que tuvo varias dimensiones. Por una parte, la denuncia de como el extractivismo nos afecta más a las mujeres, las niñas, las disidencias sexuales, en términos de que el modelo de explotación a la Naturaleza es similar al modelo de explotación a las mujeres. También tuvimos la realización de un tribunal ético, tomando el caso de Macarena Valdés, asesinada el año 2016 en Chile, en el marco de la defensa territorial en Panguipulli contra la hidroeléctrica Tranquil.
Asimismo, tomamos el caso de la muerte de más de 120 campesinos y campesinas en Paraguay, por pesticidas usados en la soja, y el caso de Nicole Saavedra, que si bien es un asesinato lesbofeminicida, en tanto mujer lesbiana, ella es asesinada en un contexto dentro de un territorio donde los agrotóxicos, los agronegocios, están insertos en lo que nosotras denominamos como economías y territorialidades masculinizadas.
Otra de las dimensiones de la carpa de las mujeres, fue dar cuenta de alternativas al extractivismo, como lo son las economías solidarias, locales y feministas, donde dan cuenta del trabajo de la soberanía alimentaria y de la protección de la semilla.
Por último, estuvo la Aldea de la Paz, donde organizaciones vinculadas al ámbito más espiritual, desarrollaron actividades para visibilizar esa dimensión, tanto desde los pueblos originarios como desde perspectivas de organizaciones socioambientales.
El Estado, por muy plurinacional que se presente (…) sigue siendo un Estado extractivista.
—En cuánto al 5 Tribunal Internacional de los Derechos de la Naturaleza que se desarrolló también en Chile, ¿qué me puedes decir al respecto?
Si bien el 5 Tribunal Internacional de los Derechos de la Naturaleza no se hizo dentro de la Cumbre de los Pueblos en la Universidad de Santiago, sino en la Escuela de Ingeniería de la Universidad de Chile, se tomaron casos bastante emblemáticos sobre el extractivismo en América Latina.
Por ejemplo se tomó el caso de los incendios ocasionados en la Amazonía y el fracking de Vaca Muerta en Argentina. En cuanto a Chile, se tomó la situación del Litio en el Salar de Atacama, la Patagonia como gran reserva de vida y un caso más genérico, que es la privatización del agua en el país.
Lo que hace el tribunal, es que tiene un fiscal de la Tierra, que es un abogado emblemático de lucha de derechos socioambientales de Argentina (Enrique Viale), y se arma una mesa de jueces que van tomando distintos casos. Por Chile por ejemplo, estuvo Nancy Yáñez y Raúl Sohr de analista. Además, estuvo Alberto Acosta, Yaku Pérez y Maristella Svampa. A nosotros nos tocó Alberto Acosta como juez particular, que abordó nuestro caso de Chile.
—Durante la Cumbre de los Pueblos, en la mesa sobre Experiencias Constituyentes y los Derechos de la Naturaleza en América Latina, planteabas la idea de destituir el nacionalismo, destituir el extractivismo y destituir el desarrollismo en Chile.
Sí, es complejo, el peligro que yo siento, es que si aspiramos a que todo el cambio sea a través de la asamblea constituyente y la nueva constitución, pero no lo logramos, nos deprimamos. Yo siento que tenemos que visibilizar que el cambio ya lo estamos viviendo, a través de procesos de agenciamientos territoriales, de reflexión entre vecinos y vecinas, de tomar once en la calle, de las performance del Colectivo Lastesis. Yo creo que todos estos insumos son procesos constituyentes de estos nuevos horizontes políticos y que a la vez están destituyendo el discurso monoculturalista y opresor.
Nosotros como Movimiento por el Agua y los Territorios, decimos, asamblea constituyente plurinacional, feminista y con enfoque socioambiental. Cuando hablamos de plurinacional, no es exclusivamente desde lo indígena, sino reconocer distintas comunidades políticas que combinan territorios, pueblos originarios, migrantes, afros, rural-urbano, sectores populares. Eso es plurinacionalidad, que es una potencia desde donde pensar la articulación desde estas comunidades políticas.
Sobre lo feminista, es entenderlo desde una mirada transversal, que no solo pasa por lo paritario. Lo paritario es la figura que da cuenta de un elemento casi estadístico. Pero el feminismo lo que busca es cómo generar practicas anti-patriarcales, que visibilicen la violencia estructural hacia las mujeres, las niñas, las disidencias sexuales. Por otra parte, lo socioambiental se refiere a cómo somos capaces de incidir, por ejemplo, en que haya algún tipo de reconocimiento de los Derechos de la Naturaleza.
Cuando hablamos de plurinacional, no es exclusivamente desde lo indígena, sino reconocer distintas comunidades políticas que combinan territorios, pueblos originarios, migrantes, afros, rural-urbano, sectores populares.
—Ustedes como Movimiento por el Agua y los Territorios plantean la idea de desprivatizar el agua, no nacionalización del agua. Me imagino que la distinción es por el temor al Estado.
Lo que no fue simple al principio, ya que había sectores que estaban más por la nacionalización. Lo que pasa es que mientras haya un Estado Nación monocultural, extractivista, no puede pasar por el Estado la gestión del agua. Eso no quita que igual vamos a tener que interpelar al Estado, sin duda, entonces desde ahí nosotros hablamos de la gestión comunitaria del agua. Desde lo territorial y lo micro, podemos articular estas gestiones más concretas, más específicas. Por ejemplo, la sanitaria en Maipú, ahí hay gestión comunitaria directa con el agua, por decirlo así.
Si bien no nos interesa nacionalizar el agua, sí queremos reconocimiento de derecho constitucional, que son cosas distintas. Entonces, como movimiento siempre, desde el día uno, la idea fue derogar el código de agua. No hay posibilidad de desprivatización mientras se mantenga ese código de agua del 81. Por mucho que se les hagan las reformas que queramos, mientras exista ese cuerpo normativo, no hay posibilidad de desprivatización.
Por eso nuestra principal demanda, desde el 2013, es derogar el código de agua vía asamblea constituyente para la creación de una nueva constitución.
—Ahora pensando más en América Latina en términos de conflictos socioambientales, como ves la relación entre gobiernos progresistas y extractivismo? En Chile quizás sea un poco invisibilizado esto, ya que estamos en un país tan neoliberal que esa discusión no aparece.
Yo siempre fui muy cercana, en una primera etapa, al gobierno de Evo Morales. De hecho participé en actividades del Ministerio de descolonización y despatriarcalización. Mi doctorado lo hice en relación a la comunidad de Jesús de Machaca en el lago Titicaca. Tengo una cercanía, cariño y amor profundo por los pueblos bolivianos. Sin embargo, siempre noté la tensión, bajo la figura del Estado. Y en ese sentido, el Estado por muy plurinacional que se presente y lo llenemos de otras denominaciones, sigue siendo un Estado extractivista. De hecho han aumentado las empresas extractivas en Bolivia, bajo el argumento de que estamos mejorando la política pública y ampliando la política social.
—Claro, depende desde donde uno esté situado.
Eso sí, quiero ser súper enfática, no hay ninguna equivalencia entre Chile y Bolivia, no hay posibilidad alguna, porque son procesos muy distintos, muy complejos y con realidades distintas. Para mí la experiencia más maravillosa en Bolivia fue justamente la asamblea constituyente, ni siquiera la constitución. El proceso fue maravilloso y tuve la oportunidad de participar en distintas instancias de debate.
—Por ejemplo, tú ¿cómo vez la figura de Álvaro García Linera?, él es como de los intelectuales y políticos más importante de los progresismos en América Latina.
Voy a ser súper honesta, yo durante años cité a Álvaro García Linera, porque tenía un trabajo muy interesante sobre Ayllu, como posibilidad de comunidad política. Yo creo que Álvaro García Linera tiene trabajos muy interesantes. Sin embargo, conocí a Álvaro García Linera, que es otra cosa. Tiene lógicas muy masculinas, muy machistas, y yo siento que además, que muchas de las críticas que podemos hacerle al gobierno de Evo Morales, pasan sobre todo por Álvaro García Linera.
—De hecho tiene documentos que justifican el extractivismo.
Sí, además son miradas que nos tratan de ingenuos por denunciar el extractivismo. Hace poco expuse con Hugo Moldiz del MAS, sobre los Derechos de la Naturaleza y me trató de ingenua. Esto por decir que me parecía contradictorio que estén reconociendo Derechos de la Naturaleza sin cambiar la matriz productiva energética.
—Además el cambio de la matriz productiva energética se debe hacer a través de una transición, nadie dice de un día a otro.
Obvio, por eso revindicamos el concepto de Eduardo Gudynas, de transición postextractivista. Obviamente no puede ser de un día para otro, pero por ejemplo sí podemos hacer medidas concretas, como que la gran minería desaparezca. O la aplicación de estándares internacionales de emisión de carbono. Después, la disminución de producción en términos de objetos de consumo, como el televisor, y empezar a potenciar los oficios. Hoy estamos en una debacle mundial, en donde si no tomamos medidas ahora vamos a hacer destastres. Ya hay una urgencia a nivel mundial, una crisis climática, que es lo que ha generado el capitalismo, el modelo de extracción y la forma de vincularse con la Naturaleza, heredera de la modernidad. Si bien debemos apostar a la transición postextractivista, esta tiene carácter de urgencia.
—¿Cómo ves el tema de los caudillos, los personalismos en América Latina?
Eso es algo absolutamente transversal desgraciadamente, y por eso tanto desde el feminismo como lo socioambiental tensionamos ese lugar. De cómo pensar la construcción de la política desde las distintas actorías. Tratamos de ser enfáticas y enfáticos con la rotatividad y con los caminos recorridos.
—Por ejemplo la experiencia zapatista, que es muy importante en ese aspecto.
Sí, absolutamente, si bien no se definen como feministas las y los zapatistas, son un gran referente del feminismo, porque se hicieron cargo de la violencia y la opresión hacia las mujeres. Cambiaron el tipo de relación en sus espacios comunitarios, sin dejar de ser zapatistas y sin dejar de ser tzotziles, choles, indígenas.
—¿Con respecto al rol de China en el planeta, que a mi parecer la izquierda lo invisibiliza, no lo discute, solo de centra en Estados Unidos, como lo ves?
Si, nosotras siempre comentamos lo mismo, China es un caso que siempre es emblemático. Acá el problema es de la matriz energética productiva, de donde sea, socialismo real, capitalismo, economía mixta, como el caso chino, todos siguen en el modelo de explotación de la Naturaleza.
—¿Sobre instancias políticas regionales, como UNASUR, Celac, Banco del Sur, que eran instancias más amplias, que piensas al respecto?
Lo mismo, uno le tenía como simpatía, en el sentido de ser un espacio de izquierda, más crítico, más progresista, pero es exactamente lo mismo. Si tú piensas ahora, está el plan IIRSA, que tiene que ver con la vinculación de los distintos territorios, para generar los flujos de mercado para sacar los bienes naturales. Los mismos países progresistas son parte de esas plataformas. Brasil por ejemplo, con Lula, con Dilma, lo apoyaron, y ahora con Bolsonaro por supuesto es un desastre.
Sin embargo, yo siento, que con todo lo crítica que estoy de la izquierda, siento por lo menos, que con la izquierda hay más posibilidades de conversar, con la derecha no. Quiero ser enfática, la derecha y la izquierda para mí no son lo mismo, a pesar de que el extractivismo sigue siendo transversal en ambas. La posibilidad real de una transformación lo veo mucho más cercana dialogando con esa izquierda, tensionando con esa izquierda, en cambio con la derecha es imposible.
—Pero también hay un discurso autoritario de izquierda, que por hacerle críticas a los gobiernos progresistas, dicen que se le está haciendo el juego a la derecha. Por ejemplo a Silvia Rivera Cusicanqui, Raúl Zibechi, María Galindo, Raquel Gutiérrez Aguilar, Rita Segato, Maristella Svampa, les están criticando por hacerle supuestamente el juego a la derecha y ser imperialistas, por hacer críticas que han hecho siempre.
Sí, pero para mí lo de Bolivia fue un golpe de estado, es lo único que yo no estuve de acuerdo con las compañeras, que no fueron lo suficientemente enfáticas al comienzo, pero después lo fueron. Yo soy crítica, creo que hubo responsabilidades políticas muy potentes del MAS, pero lo que tenemos hoy en Bolivia es un golpe de estado. Es una derecha reaccionaria, fanática, religiosa, que es lo que estamos viendo con los evangélicos, con Bolsonaro, con nuestro propio Kast en Chile. Entonces, constantemente tenemos que dar la pelea contra ese tipo de locura y también contra los efectos devastadores de políticas progresistas neoextractivistas, entonces nuestro lugar no es fácil.
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*Sociólogo, diplomado en Educación para el Desarrollo Sustentable, Magister en Comunicación y Cultura Contemporánea y con cursos de Doctorado en Estudios Sociales de América Latina. Editor del Observatorio Plurinacional de Aguas.
Imagen: Twitter AFP.