Soberanía alimentaria: estrategia agroecológica por justicia ambiental

Por David Barkin* – Servindi

La soberanía alimentaria (SA) engloba una estrategia que propone y describe esfuerzos de las comunidades y regiones para asegurar su capacidad de alimentarse con base en su propia producción y en el intercambio local controlado por sí mismo.

Es un enfoque que privilegia la colaboración entre productores y la solidaridad entre comunidades. Como tal, es también un proceso para fortalecer el intercambio de conocimientos e insumos (como semillas) e impulsar la ayuda mutua entre los participantes.

Los participantes en las discusiones en torno a la SA han entendido que parte integral de sus esfuerzos para avanzar hacia su objetivo de lograr una creciente capacidad de autoabastecerse depende de aplicar formas de producir que refuercen los procesos naturales de regeneración del potencial productivo.

En este sentido, la agroecología ofrece una visión holista para evaluar las tecnologías y los procesos de trabajo aplicados en el ciclo productivo. A diferencia de otros enfoques productivos, la agroecología privilegia el control del productor sobre sus esfuerzos, enfatizando la importancia de considerar la manera en que sus propios pasos contribuyen a elevar la productividad y a impulsar la posibilidad del territorio de seguir siendo tan bondadoso (o más) como siempre.

Empezamos con una explicación de la SA: “La soberanía alimentaria es el derecho de los pueblos a definir sus propias políticas de agricultura y alimentación, a proteger y regular la producción y el comercio agrícola interior para lograr sus objetivos de desarrollo sostenible, a decidir en qué medida quieren ser autónomos y a limitar el dumping de productos en sus mercados” (ver aquí).

La SA difiere de la seguridad alimentaria, que es el enfoque adoptado por el gobierno mexicano y las instituciones internacionales, pues esta última visión no distingue de dónde proceden los alimentos, o las condiciones en que se producen y distribuyen; a menudo, los objetivos nacionales en materia de seguridad alimentaria se logran con alimentos producidos bajo condiciones destructivas para el medio ambiente, explotadoras, y con la ayuda de subsidios y políticas que destruyen la producción local de alimentos, pero benefician a las grandes compañías agroindustriales.

Generalmente, la SA es una estrategia agrícola adoptada por comunidades como parte de sus esfuerzos para mejorar su capacidad de gobernarse y de cuidar sus ecosistemas. Esto conlleva al fortalecimiento de sus instituciones locales de coordinación y de provisión de los servicios sociales que requieren para asegurar una buena calidad de vida de sus miembros. Para implementarla, muchas comunidades se organizan, construyendo formas locales de una democracia participativa y universal e incorporando a todos sus miembros en las labores de dirección y administración. Asimismo, desarrollan formas de cooperación para la realización de las actividades productivas y de mantenimiento de sus infraestructuras, tales como los caminos, las construcciones comunitarias como escuelas y clínicas y las redes de almacenamiento y conducción de agua. Igual importancia tiene en este proceso el cuidado de los entornos naturales, que requiere de aportaciones importantes de trabajo para el proteger las fuentes de agua y evitar la erosión y la tala inmoderada de sus bosques.

La agroecología ofrece una visión para la organización de la producción primaria que enfatiza el autoabastecimiento con procesos significativos de intercambio con otros grupos de productores y con otros que no son agricultores. Aquí se dirige la atención a forjar capacidades para atender las necesidades alimentarias de la región, siempre y cuando ello sea compatible con la conservación del medio natural. Esto implica el uso de semillas apropiadas para la región y técnicas de manejo de suelo que aseguran la continua capacidad para soportar la producción futura, además de procesos de cosecha que reducen al máximo el desperdicio y facilitan el almacenamiento para la disponibilidad de los productos a lo largo del tiempo. Mayores detalles sobre el enfoque están presentados en otros artículos en este mismo número de La Jornada del Campo.

Relacionar la SA con la agroecología añade un elemento fundamental a nuestra comprensión: coloca nuestra atención en la posibilidad de las propias comunidades de promover y fortalecer la justicia social. Su énfasis en la gestión local de la gobernanza, administración y producción de las necesidades alimentarias crea un nuevo enfoque para atender a las poblaciones locales sin exponerse a los vaivenes de los mercados locales e internacionales, que controlan con monopolios los mecanismos de distribución. De esta manera la SA resulta en una estrategia para el fortalecimiento de las comunidades, que incorpora a todos sus miembros y garantiza continuidad.

No está por demás señalar que la SA ahora constituye la bandera de La Vía Campesina (LVC), una organización social con organizaciones locales en más de 80 países que cuentan con más de 200 millones de miembros. Durante su más de 20 años de existencia, LVC se ha constituido en una fuerza importante para promover los movimientos sociales en el campo y el bienestar de sus miembros.


*Economista mexicano, profesor Distinguido en la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM-X), Unidad Xochimilco.

Foto: http://cnmsf.gob.do/Portals/0/images

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